El susurro que no puedes ubicar. La presencia que se adelanta a tu mirada.

Hay encuentros que no comienzan con pasos… sino con una sensación.
WEON aparece así: primero como un ligero temblor en el aire, un impulso eléctrico que recorre la piel antes de que cualquier aroma se manifieste. Las notas iniciales surgen como un destello metálico y especiado, un choque repentino que parece alterar la atmósfera de forma imperceptible pero definitiva.

Luego, el ambiente se contrae.
El corazón del perfume se abre con tonos profundos, densos, casi psicológicos: maderas húmedas, sombras aromáticas, resinas oscuras que huelen a sótanos silenciosos y esquinas donde la luz no entra. Es la sensación exacta de percibir un movimiento en tu periferia… aunque sepas que no había nada ahí.

Y cuando crees haber vuelto a la normalidad, llega la estela.
Un acorde terroso, ambarado, opaco… como el rastro de algo que pasó demasiado cerca. Permanece en la piel como la impresión de una mano invisible que apenas te rozó el hombro. No asusta: inquieta. No grita: insiste. No se impone: se queda.

WEON es un fenómeno, no un perfume.
La evidencia sutil de una presencia que no ves,
pero que te acompaña unos pasos más…
justo después de que te detienes.

Un aroma que se manifiesta entre dimensiones,
y que deja claro que no todo lo que sentimos
tiene nombre…
pero sí tiene impacto.