La flor que nació de la luz del desierto.

Belfiore abre como un amanecer suave sobre un oasis.
Las primeras notas —florales, afrutadas, brillantes— se despliegan como pétalos recién bañados por rocío, iluminados por un sol delicado. Hay un matiz dulce, jugoso, casi translúcido que cautiva desde el primer respiro. Es la belleza que aparece sin anunciarse… pero que ilumina todo lo que toca.

A medida que avanza, el corazón se vuelve íntimo y elegante:
flores blancas, nectarinas suaves y un dejo cremoso que envuelve la piel con una calidez aterciopelada. Es la sensación de caminar por un jardín escondido entre palmeras, donde el silencio es un lujo y cada fragancia cuenta una historia de pureza y placer.

La base se posa con una profundidad serena:
ámbar ligero, maderas suaves y un toque dulce que permanece como el abrazo cálido de un atardecer en el desierto. La estela es limpia pero seductora, suave pero inolvidable: un susurro floral que continúa incluso después de haber dejado la habitación.

Belfiore es feminidad luminosa,
delicada y poderosa a la vez.

Una fragancia que celebra la belleza natural,
el resplandor de la piel,
y la elegancia que nace de lo simple…
y se siente extraordinaria.