La belleza que nace en la frontera del universo.

Callisto se abre como un destello plateado atravesando un cielo infinito.
La primera inhalación es fría, aireada, metálica: un acorde que huele a polvo de estrellas, a hielo espacial, a un susurro cósmico que llega desde muy lejos. Es un inicio futurista, enigmático, casi sobrenatural—como el primer paso sobre un suelo que nunca ha sentido vida.

En su corazón, la fragancia revela su magnetismo sensual.
Flores heladas, maderas cristalinas y un toque mineral evocan el brillo azul de una superficie lunar iluminada por la luz de Júpiter. Es el momento en que la soledad del cosmos se vuelve íntima, poética, hermosa.
Aquí Callisto respira misterio, elegancia sideral y una feminidad que no pertenece a este mundo.

La base desciende profunda, ambarada y aterciopelada:
ámbar frío, almizcles luminosos y un velo dulce y oscuro que se funde con la piel como una sombra de luz. Su estela es persistente, envolvente, adictiva—un rastro que no camina… flota.

Callisto es una odisea emocional.
Un perfume que captura la belleza del vacío,
la fuerza de lo desconocido
y el magnetismo silente de un cuerpo celeste.

Una fragancia para quienes aman lo diferente,
lo etéreo,
lo que brilla en los márgenes del universo.